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Channel: Biología evolutiva – La Ciencia y sus Demonios
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La patética carta de despedida de un científico homófobo que al final resultó ser otro creacionista más

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Quizás no haya situación más triste que cuando un científico abandona ese sano y prudente racionalismo, absolutamente necesario en una carrera investigadora y que incluso le ha llevado al éxito profesional y se abandona intelectualmente, justificando de la manera más prepotentemente ignorante la más dura superstición. Y el colmo de ese descrédito llega cuando ese mismo investigador utiliza su bien merecida fama profesional para hacer el más burdo proselitismo religioso, nada más y nada menos que en una revista científica.

Les pongo en antecedentes. El Dr. Roberto Bolli, un prestigioso cardiólogo, con una larga y reconocida trayectoria investigadora, con múltiples premios científicos en su haber y editor en jefe de una de las más prestigiosas revistas científicas de su campo recibe, como miembro distinguido de la élite académica de la Universidad de Louisville, una invitación para acudir a una representación de la compañía de ballet oficial del estado norteamericano de Kentucky. A la vista del cartel anunciador

nuestro insigne académico entra en cólera cristiano-heterosexual y escribe el siguiente y más que indignado correo electrónico al director del mencionado ballet:

Estoy sorprendido y profundamente ofendido por el folleto que el Louisville Ballet me envió el 3 de marzo de 2018 (se lo devuelvo a usted). Has alcanzado un nuevo mínimo. Su compañía ahora está promoviendo la sodomía y la homosexualidad (vea el folleto con la escabrosa imagen de los dos sodomitas que usted ha incluido).

¡Deje de enviar esta inmundicia a mi casa! No quiero que mi casa se vea manchada por esta suciedad. Debería avergonzarse de promover la perversión, la inmoralidad y la inmundicia.

Nunca volveré a asistir a una representación de ballet y les diré a todos mis amigos y colegas que no asistan a sus espectáculos. Les diré lo que haces. Tu organización es MALVADA. Ustedes son “minions” de Satanás, contaminando nuestra cultura con su ideología repugnante y vendiendo perversión e inmoralidad. Gracias por contribuir a la decadencia de nuestra cultura.

Ante el más que previsible revuelo que se montó por los comentarios tan ofensivamente homófobos contra una simple representación cultural se cuestionó la profesionalidad de un médico, que no olvidemos, de la que depende la vida de pacientes con enfermedades coronarias muy graves. De tal forma que el cardiólogo argumentó que sus “creencias religiosas” no afectaban a su criterio y que a pesar de su más que evidente desprecio reflejado en su anterior misiva

“Ciertamente no odio a las personas homosexuales. Como cristiano, los amo. Y, ciertamente, no creo que las personas homosexuales sean secuaces de Satanás”

Pero el problema es que, a pesar de su tan poco creíble retractación, hay estudios científicos que demuestran que los prejuicios de los médicos influyen en el tratamiento dado a los pacientes y más cuando el galeno en cuestión pueda profesar un odio tan exacerbado hacia una minoría como es el caso de nuestro famoso cardiólogo cristiano de Kentucky. Así que la Universidad le recomendó centrarse en sus investigaciones científicas y dejar de atender a pacientes. Es más, la revista de la cual era editor en jefe le apartó de sus funciones ya que según indicó en un comunicado oficial

La “American Heart Association” tiene una política de tolerancia cero con respecto a la conducta personal que entra en conflicto con sus valores rectores y su compromiso con un entorno que abarca la diversidad y la inclusión y valora las diferencias culturales, raciales, de género y otras para ayudarlo a lograr su misión y metas.

Por todo ello y para dar fin a los años en los que dirigió esta prestigiosa revista el Dr. Bolli escribió una editorial en el que resumía sus contribuciones. Y lo que hubiera podido ser una amarga, pero profesional, despedida en donde resaltara sus logros científicos, académicos y editoriales terminó con un más que delirante apartado que tituló como

Una oración

y cuyos tres párrafos y citas posteriores transcribo literalmente al castellano.

Después de este viaje de 11 años, ahora vuelvo a mi actividad favorita, la investigación a tiempo completo, y lo hago con una oración. Sé que el materialismo científico domina nuestra cultura y la palabra “oración” nunca aparece en las revistas científicas, pero es precisamente por eso que escribo estas cosas. Rezo para que nosotros, los científicos, tengamos la humildad de admitir que nuestra comprensión de la naturaleza es limitada, fragmentaria y lamentablemente inadecuada para explicarla; que todo lo que sabemos es infinitamente menor que lo que no sabemos; que no tenemos idea de cómo comenzó la vida y no entendemos cómo evolucionó exactamente de las formas tempranas a las formas actuales; y que el nivel de complejidad y organización incluso de los organismos vivos más simples es infinitamente mayor que el de las máquinas más avanzadas y complicadas jamás construidas por la inteligencia humana, una realidad sorprendente que desafía las explicaciones materialistas.

¿Cómo? Parece ser que nuestro editor es únicamente experto en arterias, venas y válvulas cardiacas en general, puesto que a estas alturas de la vida afirme que la inteligencia humana es

una realidad sorprendente que desafía las explicaciones materialistas

despreciando la infinidad de bibliografía científica que incluye multitud de estudios en los más diversos campos: neurociencia, psicología, biología evolutiva, etc. que diseccionan cómo, cuándo y dónde hemos ido sumando módulos y aptitudes cerebrales desde ese ya lejano antepasado compartido con nuestros primos chimpancés y bonobos para llegar producir esa maravillosa adaptación evolutiva llamada inteligencia humana, que se encuadra perfectamente en esas explicaciones materialistas que parece desconocer tan profundamente.

Pero dejemos que nuestro científico anti sodomita siga desarrollando su pensamiento

Ruego que nos demos cuenta de que los eventos que describimos como “aleatorios” pueden, de hecho, ser las consecuencias necesarias de los eventos precedentes que no conocemos o no podemos medir y que, por lo tanto, nada puede ser verdaderamente aleatorio. Ruego que mantengamos la mente abierta, que permitamos que la evidencia científica nos lleve a todos lados, incluso cuando esto impida sesgos materialistas, y que evitemos la intolerancia de rechazar las explicaciones no materialistas únicamente porque nos hacen sentir incómodos o no encajan en nuestro prejuicio. Que todo lo que nos rodea debe tener una causa materialista. Rezo para que comencemos a cuestionar cómo las colisiones de moléculas estocásticas y sin rumbo podrían haber reunido una célula viva, una asombrosa maravilla de la ingeniería que ningún biólogo, aprovechando todo el poder de nuestra inteligencia, previsión y razón y todos nuestros recursos modernos, computadoras, conocimientos y la tecnología, podría soñar con reproducir. Podemos admitir que se necesita más fe para creer que la vida surgió y evolucionó solo mediante reacciones químicas aleatorias que para creer en una realidad sobrenatural.

Como se puede observar nuestro “orador” científico empieza a dar pistas de su “pensamiento” casi anticientífico, puesto que solo desde la más absoluta ignorancia de la Historia de la Ciencia se puede hablar de “sesgos y prejuicios materialistas” cuando ese mismo materialismo es el que nos ha llevado al espectacular y casi exponencial conocimiento científico de los últimos siglos.

Y ya que un prestigioso académico utilice como casi cualquier creacionista moderno el manido (y más que erróneo por cierto) argumento del “Dios de los Huecos” para dejar caer que la evolución biológica debe ser más difícil de creer (simplemente porque todavía no conocemos al detalle sus mecanismos) que la disparatada posibilidad de que una Zarza Ardiente, el Dios Elefante o el Gran Espíritu de las Praderas insufló la vida a pedazos de barro o similares sería del todo risible si no demostrara el inmenso poder corruptor que tiene el perverso adoctrinamiento infantil que destruye (parece ser que irremediablemente) la mente de aquellos que se infectan con el virus de la fe.

Y el que haga mención a una “Realidad sobrenatural” sobre la cual por cierto, tras bastantes milenios de esfuerzos, ninguno de los millones de creyentes (algunos de ellos bastante inteligentes) que la “sienten” han podido presentar prueba alguna diferente a ese más que viejo “argumento” de “créeme, porque así lo dicta mi corazón” simplemente confirma que nos encontramos con otro adepto al más allá, aun cuando ostente media docena de títulos académicos.

Y si no hubiera quedado ya bastante claro en los dos párrafos anteriores la contaminación precientífica de nuestro insigne editor, en el siguiente y último (ya desatado) da rienda suelta a su servilismo religioso con todas esas mayúsculas cuando se refiere a una entidad inventada por unos pobres analfabetos de la Edad del Bronce (porque es más que seguro que nuestro investigador italiano no se está refiriendo a la magnificencia de Zeus Olímpico o al increíble poder generador de Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada azteca):

Rezo para que el muro que divide a la ciencia de la religión sea derribado, ya que es a través de la ciencia que vislumbramos el poder e inteligencia infinitos de nuestro Creador. Nosotros, como investigadores, hemos tenido el privilegio único de contemplar el milagro de la vida. Ruego que la investigación nos acerque a todos a Él, porque es a través de la investigación que vemos Su trabajo de primera mano, en nuestro laboratorio, todos los días. Rezo para que al descubrir los mecanismos moleculares, celulares y fisiológicos de la vida, experimentemos un sentimiento de asombro. Rezo para que cada descubrimiento, cada artículo, cada estudio que ilumine la complejidad insondable de la vida sea un himno a Su gloria. En este sentido, rezo para que reconozcamos que la Biología es, en última instancia, Teología.

Este párrafo final es la más incontestable, a la vez que triste, muestra del palpable daño que puede hacer la religión, capaz de convertir a una persona que ha dedicado su vida al pensamiento crítico, a la reflexión y a la argumentación basada en pruebas en otro supersticioso iletrado más, incapaz de entender los mecanismos evolutivos básicos, esos que se suelen enseñar en los cursos introductorios de la enseñanza universitaria o incluso en el Bachillerato.

Y ya para terminar les dejo con la selección de citas con las que nuestro eminente cardiólogo termina su supersticioso alegato, sin comprender una vez más los pilares básicos sobre los que descansa la Ciencia, ya que aquí el “Principio de Autoridad” (tan habitual en ese mundo religioso que le tiene tan abducido) tiene menos valor que un billete de 6 euros impreso con la efigie del Pato Donald, puesto que las afirmaciones sin sustento pueden ser descartadas sin esfuerzo alguno las diga quien las diga: un aborigen australiano, un fontanero, una abogada o el mismísimo ganador de tres Premios Nobel consecutivos en Física, Química y Medicina.

Porque lo que se puede saber acerca de Dios es claro para ellos, porque Dios se lo ha mostrado. Desde la creación del mundo, su poder eterno y su naturaleza divina, aunque sean invisibles, se han comprendido y visto a través de las cosas que él ha hecho. Por lo tanto, no tienen excusa.

Romanos, 19–20, NRSV

El mundo ha sido construido para nosotros por el mejor y más ordenado trabajador de todos.

Nicolás Copérnico

Dios es conocido por la naturaleza y sus obras.

Galileo Galilei

Toda variedad de objetos creados que representan el orden y la vida en el universo solo puede suceder mediante el razonamiento voluntario de su Creador original, a quien llamo el “Señor Dios”.

Isaac Newton

Cuanto más estudio la naturaleza, más me sorprendo de la obra del Creador. La ciencia acerca al hombre a Dios.

Luis Pasteur

Tanto la religión como la ciencia requieren una creencia en Dios.

Max Planck

Los mejores datos que tenemos son exactamente lo que hubiera predicho, de no haber seguido nada más que los cinco Libros de Moisés, los Salmos, la Biblia en su conjunto. La astronomía nos lleva a un evento único, un Universo que fue creado de la nada y delicadamente equilibrado para proporcionar exactamente las condiciones necesarias para sustentar la vida. Ante la ausencia de un accidente absurdamente improbable, las observaciones de la ciencia moderna parecen sugerir un plan sobrenatural subyacente, se podría decir.

Arno Penzias  (Premio Nobel)

Para mí, la experiencia de secuenciar el genoma humano … fue tanto un logro científico sorprendente como una ocasión de adoración. Dios … puede ser adorado en la catedral o en el laboratorio. Su creación es majestuosa, impresionante, intrincada y hermosa.

Francis Collins

 

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